El rol actual y el punto de vista de algunos entrenadores de tenis en el 2014.
Vía tennistopic.com
Si usted es un entrenador increíble, entonces es un gran trabajo, pero si solo es más o menos, entonces es el peor trabajo del mundo”. Supongo que Patrick Mouratoglou, dueño de esta reflexión, debe considerarse dentro del grupo de los increíbles porque dirige a la número uno del mundo Serena Williams.
Aquí entran todos. Los increíbles y los del más o menos, que de las dos medidas tenemos en España. Todos ponen cordura en las cabezas de sus discípulos, intentan dar cobertura a las excentricidades de los protagonistas del circo y sufren en la grada reprimiendo sus reacciones. Gesticulan desde su asiento como si estuvieran enviando señas al compañero de mus y a menudo ‘lidian’ con novias, padres y amigos que viajan por el mundo al rebufo de un ránking ATP… más de uno ya se ha visto retratado en estas pinceladas. A ellos corresponde el trabajo más ingrato; son los polis, los que ponen límites, marcan objetivos y exigen rendimiento. En definitiva, ellos son la voz de la conciencia de las estrellas del negocio.
La mayoría valen más por lo que callan que por lo que cuentan. Son conscientes de que su reputación en el circuito es directamente proporcional a su discreción. Si algunos hablaran nos echaríamos las manos a la cabeza… bueno, a lo mejor no tanto porque algo contamos los chicos de la prensa, jugadores que ‘tiran’ algún torneo porque ‘han quedado’ a miles de kilómetros para filmar un anuncio que les ‘mola’, jugadores que entrenan mirando a la grada o que parecen agentes de viaje organizando desplazamientos y repartiendo entradas. Es verdad que estas conductas no son las habituales, pero tampoco son ni mucho menos extrañas.
Y luego están los preparadores que trabajan con ellas… no descubro nada si digo que mujeres y hombres funcionamos de forma distinta. En un deporte en el que la concentración es básica, la estabilidad emocional decide directamente partidos. Los chicos suelen ser más constantes en este aspecto. Me cuentan que ellas tienen muchos altibajos. No cito porque este asunto puede resultar políticamente incorrecto, pero su experiencia le avala. Sin entrar en la casuística externa, la menstruación altera hormonalmente y eso repercute en el estado anímico. De ahí que sea más normal en el circuito WTA ver dientes de sierra muy acentuados en los gráficos de resultados. Estos entrenadores, además de técnica, táctica y físico deben tener en cuenta el calendario fisiológico de su jugadora. Algunos, aunque no lo reconozcan públicamente, podrían acertar de antemano lo que va a pasar en un torneo atendiendo a cómo llega su chica.
No quiero olvidarme de ilustres entrenadores que trabajan con la base. Esa es otra guerra, bastante más dura porque no trasciende y porque se sufre en silencio. Para ellos mi reconocimiento y admiración más absolutos. Ellos no son de los que Mouratoglou llama increíbles. Ni siquiera de los más o menos. Viajan en coche y apenas firman autógrafos porque no les conocen. Sin embargo, saben como nadie cómo funciona el circo.
Tomemos conciencia de que el trabajo del entrenador es ingrato. Si el entrenado gana, la gloria es para el tenista; si el entrenado pierde, más tarde o más temprano la situación se ‘futboliza’ y al final las miradas acaban en el banquillo. Para colmo está de moda lo del entrenador a tiempo parcial, no por horas pero casi. “Me acompañas a Estados Unidos que tengo tres torneos y ya vamos viendo”. “Te firmo unos meses a ver qué tal”. Carlos Moyà estaría cómodo en esa tesitura si atendemos a lo que dijo el día que le presentaron como capitán de Copa Davis: “Si por mí fuera, hubiera firmado por eliminatoria”.
Deben ser estos tiempos modernos en los que todo es efímero e influenciable. Miremos la moda de contratar ex-campeones. Quizás no debiéramos llamarles entrenadores. ¿Qué tal asesores?
Yo soy un clásico. Lo mío es la estabilidad. Miren a Nadal, don Toni y a Vadja, don Marian. De los que Mouratoglou llama increíbles, cada uno en su estilo. Grandes entrenadores, gran trabajo… sí Marian, incluso ahora.
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